Durante el primer encuentro entre mujeres y hombres víctimas del conflicto con Gregoria Flórez, reconocieron en sus historias, experiencias de vida similares que están enmarcadas por una violencia que nunca eligieron. Esa misma violencia que los condujo a Bogotá, un territorio donde se encuentran para resignificar sus historias y volver a empezar.
Es así, como la bisutería los convocó para aprender el arte de construir artesanías que representan historias y culturas, elaboradas por manos que trabajaron el campo, recuerdos que plasman esperanza y colores que invitan a soñar.
Los talleres en los que participaron fueron liderados por Gregoria, una mujer pescadora proveniente del sur del Bolívar, quien llegó a la capital desplazada por la violencia y en la Alta Consejería para las Víctimas del Distrito, encontró profesionales que la acompañaron en su proceso, los mismos que ahora son amigos y la invitaron a transmitir sus conocimientos en el Centro Local de Atención a Víctimas de Sevillana.
Una propuesta que no dudó en aceptar porque más que enseñar, lograría replicar saberes, “si antes sembrábamos yuca o cogíamos pescado ahora nos tocó estar acá y podemos sobrevivir con otras técnicas, como las artesanales”, afirma Gregoria.
Entonces, una feria se convirtió en el espacio, donde ellas y ellos, acompañados por Gregoria y la Alcaldía de Bogotá, comercializaron sus artesanías y emprendieron un nuevo proyecto, porque como ellos dicen “es posible volver a soñar, volver a empezar”.